Es a partir de aquel acto de rebeldía reflejado en la actitud de Cain cuando su Creador lo confronta, que se desata un espíritu de incorregibilidad que pasa de generación a generación. Dios le presenta una gran oportunidad de vindicar su falta cuando le hace la oferta: "Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. En la primera oportunidad que tuvo, Caín demostró no haber captado la corrección y buscó ocasión para ejecutar la rebeldía que se había sembrado en su corazón.
Esta actitud parece haber sido heredada de su padre, quien de igual forma tuvo la oportunidad de ser vindicado de su error y sin embargo opta por echarle a Dios la culpa de su desgracia. "La mujer que me diste" fue la respuesta que dio cuando Jehová le pregunta ¿Quién te ha enseñado que estás desnudo? Gen. 3.
Desde entonces la raza humana ha adoptado ese espíritu de incorregibilidad. Antes que existiera un líder, este espíritu había alcanzado proporciones inimaginables, al punto que Dios llegó a arrepentirse de haber creado al hombre, porque los designios de sus pensamientos eran de contínuo al mal. En simples palabras se habían tornado incorregibles. Gen 6.
Lo que se entiende por un incorregible es alguien que obra contrariamente a lo que se espera de él, a pesar del esfuerzo de otro por encaminarlo. Se dice que no es bueno , tampoco malo, simplemente terco y estrecho de pensamiento. No está en su naturaleza retroceder ni cambiar de rumbo.
En el capítulo número once del principio de la creación (el genesis) ante la actitud de rebeldía del hombre Dios se expresa de esta manera: "nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer.", nadie podrá corregirlos.
Cuando llegó el tiempo en que Dios trataría con la humanidad por mediación de hombres y mujeres que constituyó en líderes para llevarlos a la categoría de un pueblo, porque ni siquiera habían alcanzado esa categoría, estos líderes tuvieron que enfrentarse a este mal, con la ventaja, si se le puede llamar de que al hacerlo en la dispensación de la ley podían ver su restitución ante sus propios ojos.
Moisés tuvo que enfrentar a los incorregibles Coré, Datan y Abirán con su junta de doscientos hombres que se les habían unido a los cuales se los tragó la tierra cuando se levantaron contra Moisés.
Pero como el que sufre de amnesia, los incorregibles volvieron a caer al otro día en el mismo error de quienes los habían inquietado, produciendo esta vez la muerte de catorce mil setecientos.
La peor parte de tener que lidear con los incorregibles de Dios le ha tocado a los líderes y pastores de esta nueva generación, en la que parece haberse perdido toda la sensibilidad hacia el temor de Jehová.
Es ahora cuando no salimos de un estado de asombro al ver con cuánto parece salirse con las suyas los incorregibles de hoy sin que el Brazo de Jehová se manifieste sobre sus vidas. Y no es que no se manifiesta pues la muerte que se produce en estos incorregibles, a diferencia de los de la Rebelión de Coré es una muerte espiritual, que no se ve, pero que ellos la sienten y la sentirán aun más cuando el Señor los llame a cuenta en el día del juicio que vendrá.
El hecho de que no vemos la tierra abrirse y tragarse a estos incorregibles de hoy, de no verles llenos de lepra como María la hermana de Arón, la mano seca de Jeroboam cuando la extendió contra el profeta de Judá, a aquellos que adversan nuestros líderes de hoy, no quiere decir que nuestro Dios no hace justicia. Lo que quiere decir es que su misericordia nos arropa.
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