Una de las leyes universales dice que los espíritus se atraen por su afinidad en aquello que piensan y sienten. Se rigen jerárquicamente unos a los otros.
Ellos se unen por cadenas y círculos. Entrar en un círculo es jurar con los espíritus del círculo.
Había un chiste que nos hacía reír sobre un joven que se encontraba en las barandillas de un puente gritando: "Me voy a tirar". Un joven que va pasando trata de evitar el suicidio y le pide que le de una oportunidad de hablar con él. Después de un tiempo el suicida se convence y le da la oprtunidad al joven y comienzan a hablar. Al cabo de unos quince minutos se vio a los dos lanzarse del puente.
En el mundo natural esto es un chiste que nos saca una sonrisa, en el mundo espiritual, no es para risas, es exactamente como operan los espíritus.
Cuando los espíritus inmundos salieron del Gadareno, solicitaron los cuerpos de una bandada de cerdos para entrar y al entrar no se derrumbó por el despeñadero la mitad, ni la tres tercera parte, no hubo un cerdo que reaccionara al peligro y se detuviera al borde del precipicio.
El creyente no puede andar jugándose con estas verdades. Debe saber identificar la gran diferencia que existe entre la unidad de los hermanos y las alianzas, especialmente con creyentes que han sido visiblemente identificados como gente que se levanta en rebeldía.
Escucharles sus verdades, servirles de paño de lágrimas sin estar capacitados para identificar cuando es un espíritu el que tiene el control de la situación es colocarse a merced de esos espíritus.
Si Jesús se hubiese unido en alianza con Pedro (Entonces Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle) "Ay Señor, que nada de esto te acontezca", si se pone a analizar la situación y ver que aquel consejo venía de Pedro, quien hacía algunos minutos le había identificado como El Cristo (Marcos 8:29), allí se hubiera derrumbado el plan de Dios para nuestra salvación.
El Señor pudo identificar que detrás de aquel gesto de compasión y de solidaridad de Pedro había un espíritu que lo quería arrastrar. Por eso el Señor le responde (no a Pedro, sinó al espíritu que hablaba por él) apártate de mi satanás.
El diablo no viene a jugar con nadie, viene a matar, robar y destruír. Mucho más ahora que sabe que le queda poco tiempo.
Los creyentes deben buscar el consejo sabio de aquellos que han sido puestos para guiar la grey de Dios, "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso. "
Si estos les dan un mal consejo, Dios puede pasar por alto tus actos de ignorancia y demandarle a los líderes sus acciones, pero cuando un creyente se deja arrastrar a seguir el consejo de los rebeldes, ambos caerán por el despeñadero.
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