Es muy preocupante la situación que se da con relación a las terminologías que se utilizan en nuestros días para llamarle a las cosas. Preocupante porque si bien es cierto que en muchos casos se han invertido las cosas, no es menos cierto que otros tantos lo único que ha cambiado ha sido la forma de llamarle a las cosas.
Es muy cierto que han habido cambios significativos en lo que son los puntos doctrinales bajo los cuales nos formamos, sin embargo soy testigo de los casos en los que la doctrina se mantiene intacta, aun cuando se utilizan términos que simple y llanamente han tomado el escenario en la sociedad que nos ha tocado vivir.
Es importante que como creyentes podamos reconocer cuando se habla de cosas que no son aprobadas por la Biblia y aquellas que para nada violan lo establecido por Dios, independientemente de cómo se le llame.
No quiero que alguien vaya a pensar que vengo a justificar el desorden que para nadie es secreto se está viviendo en nombre de la búsqueda de Dios. Hay desorden, hay muchos cambios que están marcando los tiempos de la profecía, hay cambios que pertenecen a la gran apostasía de la que habló el Señor que habría cual nunca antes había habido.
Pero hay tambien mucha sobredimensión de los hechos y existe el peligro de reaccionar de una forma equivocada y convertirnos en jueces de gente que han sido lavados con la Sangre del Cordero y mandarlos a la condenación eterna por su forma de llamarle a las cosas.
Si bien es cierto que hay un desorden en el que mucha gente se está autodenominando apóstoles, sin serlo, y dicho sea de paso no nos toca a nosotros juzgar quien es y quien no, porque tambien los hay que son apóstoles, si es que se va a utilizar el contexto o significado de la palabra. Un apóstol es un enviado, es un servidor, es lo que en términos conservadores se conoce como un Obispo.
No es verdad que porque alguien busque la traducción del griego o porque haya hecho unos estudios profundos en los que se ha llegado a la conclusión de que el apostolado terminó con Pablo, se pueda desvirtuar el trabajo de un hombre o una mujer que ha levantado obras, igual que como lo hicieron los apóstoles de la iglesia primitiva., llámese Obispo o llamese Apóstol.
El problema está en tratar de desmoralizar al hombre o la mujer de Dios por asuntos de prejuicios, en algunos casos resentimiento y en otros tantos, por qué no, envidia.
Debemos ser cuidadosos y no permitir que un simple cambio de términologías nos cambien el fundamento de nuestra Fe, eso es cierto y tambien debemos ser cuidadosos de no perdernos en esos asuntos, juzgando y pre-juzgando.
Le hace un trabajo flaco a la propagación del evangelio buscar un verso de la Biblia para refutar una terminología que se utilice para describir una practica en el ejercicio de la Fe. Cuando Abraham le dijo a sus siervos: "Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros" el hecho de que él no dijera "si Dios quiere o si Dios lo permite, nos deja claramente visible que esa actitud, fue un acto de Fe y si alguien en los tiempos modernos toma actitudes similares ante demandas semejantes y le llama: "Declaración de Fe" o "Decreto de Fe" en ninguna manera le va a restar esencia a ese acto por el simple hecho de utilizar un término moderno.
Una declaración de Fe, un decreto, no es otra cosa que la acción de llamarle a las cosas que no son como si fuesen. Por supuesto que cuando se utilizan como se dice en buen dominicano "a la brigandina", decirlos porque decoran nuestra conversación, decoran nuestro muro en los foros sociales, simple y sencillamente pierden el valor, tanto la terminología como el acto mismo.
Un decreto es una orden emitida por el consejo mayor del estado, un decreto no lo emite un ciudadano común y si lo emite no tiene valor. Los que adversan el uso de esta terminología terminan tergiversando el sentido de lo que un creyente en lo más íntimo de su ser quiso ejercer y terminan generalizando y acusando al creyente de manipular la soberanía de Dios, algo que si el creyente llegara a saber a ciencia cierta, se retractaría, terminan enviando al infierno a ministros, lo cual es un asunto de alto riesgo.
Cuando el Señor dijo: "toda potestad les he dado para que en mi nombre echen fuera demonios", si a esta misma acción se le fuera a aplicar los términos modernos sería algo así como decir: yo les he dado la potestad de decretar el destino de Satanás y sus demonios, lo cual es un acto biblico con un término que simplemente no cae bien.
Ahora, si se le da la aplicación, que le dieron los hijos de Esceva, tampoco debe preocuparnos, si no nos está violentando el fundamento que ha sido puesto, lo único que se pierde es la saliva del que los pronuncia y esos quedaran al descubierto.
No nos perdamos en asuntos de terminología, no permitamos que los términos cambien nuestras convicciones ni perdamos tiempo tratando de detener esa ola que a fin de cuenta ni salva, ni condena.
Nota: Si te encuentras con alguien que decreta y declara en su nombre propio, si encuentras a alguien que se llama apóstol y no ha sido ni siquiera un discípulo, un seguidor. Si te encuentras con alguien que te da una palabra profética, pero que niega la divina trinidad, niega que Jesucristo fue concebido por obra y gracia de l Espiritu Santo, si encuentras a alguien decretando y declarando pero niega que Jesucristo vino es Dios con nosotros y que vino a la tierra en carne, que entregó su vida en la cruz, que solamente El es el camino al Padre, que no hay otro nombre debajo del cielo dado a los hombres en el cual podemos ser salvos. Si alguien te da una palabra y niega la resurrección de los muertos, el cielo y el infierno, entonces sal de en medio de ellos.