Hay dos versículos en las Sagradas Escrituras en los que parece resumirse los 66 libros que tiene la Biblia, para todo el que quiere vivir una vida medalaganaria, y a la misma vez reclamar la paternidad de nuestro Dios:
1 "No juzguéis para que no seáis juzgados" y
2 "El que esté limpio de pecado que tire la primera piedra".
No juzguéis para que no seais juzgados por lo general es utilizado por gente que no tiene la más mínima idea de la diferencia que existe entre formular un juicio y formular un prejuicio. Un juicio es la comparación que se hace entre lo que el humano está llamado a hacer y lo que en la realidad hace.
Cuando alguien señala lo que dice la regla, no está juzgando, está corrigiendo y es ahí donde muchos se pierden. El que anda por la regla no tiene nada que reclamar.
En los sistemas judiciales de la tierra primero viene el juicio en una corte, estatal, municipal o federal y luego la corrección. (cárcel) En el sistema de Dios viene la corrección y si no haces caso entonces viene juicio.
La culpa de los juicios que se nos formula en nuestro diario vivir la tenemos nosotros mismos por no andar de acuerdo a lo establecido por Dios. Pablo dijo: "Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seriamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. "(1 Corintios. 11:30-32)
Es muy cierto que muchas veces nos convertimos en recipientes del prejuicio, gente que juzga lo que no conoce y lo que no ve, sin embargo muchos de los juicios que se nos estan formulando en estos últimos días son el resultado de nuestra nefanda conducta. Sin darnos cuenta nosotros mismos aportamos las pruebas, pruebas convincentes, muchas veces circunstanciales, pero son pruebas que se usan en contra nuestra.
El juicio cuando se hace a la luz de las sagradas escrituras es aprobado por el apóstol Pablo: "¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿Sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabeis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto mas las cosas de esta vida?" (1 Corintios. 6:2-3)
En lugar de presentarnos a la defensiva cuando se hacen pronunciamientos que nos hacen sentir aludidos, es una actitud más saludable examinarnos como dice Pablo en 1 de Corintios 11:30 "Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seriamos juzgados".
"El que esté limpio de pecado que tire la primera piedra". Esta declaración no tenía la intención como se percibe hoy en día de hacer ver al que nos acusa "el malo y nosotros los acusados los buenos". Cuando alguien recita este verso parece más una justificación de sus acciones que un sentir profundo de arrepentimiendo.
Debe recordar todo el que quiere hacer uso de este versículo tan popular que quien dijo: "El que esté limpio de pecado tire la primera piedra" no fue la acusada, esa no se atrevió ni siquiera a levantar la cabeza, entendía que era una pecadora y se calló la boca.
Quien lo dijo fue el juez justo y a su ves le dio la orden a la mujer pecadora de irse y no pecar más.
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